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Blake, las bodas del cielo y del infierno
El Jardín del Amor. Me dirigí al Jardín del Amor, y observé lo que nunca viera: una capilla habían construido en su centro, allí donde yo solía jugar rodeado de verdor.
Las puertas de la capilla estaban cerradas y escrito en la puerta se leía: “No lo harás”, de modo que presté atención al Jardín del Amor, que tantas amables flores ofreciera. Y vi que estaba cubierto de sepulcros, y lápidas se erguían donde flores debieran crecer. Sacerdotes de hábito negro cumplían sus rondas, enlazando con espinas mis sueños y anhelos. William Blake
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